De hortensias azules y Tierra Roja
El día de la madre se originó en una proclama antibelicista y una
convocatoria a un congreso mundial de madres en 1870,
cuando la escritora estadounidense Julia Ward Howe, primera mujer electa para
la Academia Estadounidense de Artes y letras
y activista en pro de la
abolición de la esclavitud y los derechos de las mujeres, convocó a todas las
madres del mundo a rebelarse contra la guerra.
Las
luchas de Julia “En nombre de la maternidad y la
humanidad” para detener las guerras mediante “un
congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo
en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la
alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones
internacionales” no tuvo mayores frutos y apenas si lograron que el
Congreso norteamericano, a solicitud del presidente Woodrow Wilson, votara en
1914 la celebración anual del Día de la Madre.
Después
de mencionar este olvidado marco histórico, es necesario admitir que el día de
las madres ha derivado en una fecha impulsada por el comercio que busca, fiel a
sí mismo, incrementar las ventas, desvirtuando el espíritu de sus orígenes. Con
todo lo que tiene de cuestionable la manipulación comercial de la fecha, es
necesario admitir que es un día muy importante en el corazón y el sentimiento
de muchos países. Sencillamente porque se conmemora a la madre. Vientre y vida,
pero también cuidado, protección, solaz y refugio.
Así
en Colombia, madres e hijos y padres (cuando los hay) de todas las estaturas económicas, y de todos los perfiles
sociales visten sus mejores galas para celebrar el día de las madres. Por las
razones que sean, es forzoso festejar; los restaurantes están abarrotados y se
brinda aquí y allá por salud y larga vida. En muchos casos es tiempo de
recuerdos de infancia, reminiscencias de momentos gratos o divertidos incluso
duros y dolorosos; de reconocimiento a las virtudes culinarias, al talento para
el canto o la costura; a la admiración por los logros académicos, profesionales
y/o económicos; al aplauso por estas nuevas madres que han sabido transformar
el rol y volando enseñan a volar. Pero sobre todo es tiempo para pasar el brazo
por el hombro de mamá, reclinar la cabeza y decirle, con miles de voces diversas: “Te quiero”.
Si
bien es cierto que expresar el afecto debe ser una tarea permanente, no
reservada a un solo día, y que una mejor manera de celebrar es practicar
cotidianamente el respeto, el diálogo, la negación a toda forma de violencia,
al amor en su mejor expresión de tolerancia, paciencia, empatía y comprensión;
un día de regalos, mensajes bonitos, flores y buenos restaurantes no se puede
desestimar.
Dicho
todo lo dicho, como madre estuve muy
celebrada, muy reconocida, muy feliz de poder compartir esta fecha con mi hija
en familia. Fui invitada a almorzar a Tierra
Roja. Un pequeño y encantador restaurante, ahora les llaman boutique, de
comida mediterránea especializado en tapas y arroces. Que si bien rescata
recetas clásicas, las sazona con toques de la casa que le dan personalidad a su
cocina a la par que permiten evocar la gastronomía Ibérica.
Recomendadísimas
las papatas bravas, cuya salsa es definitivamente deliciosa, liviana y
aromática. Los huevos estrellados, realmente de lo mejor, y no se quedan atrás
los buñuelos de salmón. De plato principal, la Paella de carnes para quienes
gusten de un sabor más local, es abundante y sabrosa. Las porciones para dos
son un poco chicas, así que es mejor pedir un plato individual.
El
ambiente es cálido, sosegado, sencillo. El restaurante es atendido por sus
dueños, quienes (especialmente Marlene) hacen gala de cordialidad, lo que le
propicia una sensación de familiaridad.
Pero
como nada es perfecto y este blog es de café, la nota discordante fue la
cafetera que estaba dañada y no nos permitió cerrar el almuerzo con una taza
humeante de café. Todo lo demás tan bueno, que salvo para los verdaderos
adictos a la cafeína, el asunto pasó sin
mayores contratiempos. Salimos llenos y contentos en una tarde lluviosa y fría
a seguir regocijándonos en el afecto.
Gracias
hija. Felices días madres, todos los días.
Namasté! Rebeca y Laura.
Dirección: Cra. 10 #1 Sur-324, Vereda La Balsa, Chía, Cundinamarca
Recomendación: Pruebe la mayor cantidad de tapas posible.
lo mejor: La historia sobre las hortensia azul de mi abuela:
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