Montréal: sorpresas agazapadas y calles subterráneas ❄



Ok no retornamos al blog cuando lo anunciamos. Pero somos persistentes en recoger nuestros momentos juntas, aquí va Montréal: 

Imaginen un waffle crocante, dorado y fresco y luego imaginen unas julianas de pimiento rojo con pesto, el mejor jamón del mundo y un huevo frito tendido como una margarita abierta sobre el plato. Sin duda faltan ingredientes que serán los secretos de La Dinette un pequeño restaurante de Montréal en donde sin mentir hemos tomado uno de los mejores y más reconfortantes desayunos de los últimos tiempos. Atendido por su propietaria, es un lugar perfecto para empezar el día.

En el invierno de 2017 – 2018 Montréal alcanzó temperaturas inferiores a los menos 30 grados centígrados, el paisaje, para alguien que recién conoce la nieve, es fascinante y hermoso, pero no por ello el frio deja de calar los huesos. Por aquello de buscar un alojamiento cómodo, relativamente económico y cerca a una estación del metro, nos alojamos en Montréal- Est. Estando allí, tras una rápida búsqueda por internet con un hambre voraz que crecía con el frio, encontramos como un regalo de los dioses La Dinette. Cruzamos la avenida Sherbrooke St E y entramos al local que muy temprano en la mañana apenas acababa de abrir sus puertas. Un rincón delicioso muy vintage, muy turquesa, pequeñito y acogedor. El primer café de la mañana servido en vaso de vidrio (cosa que a los colombianos no deja de extrañarnos pues siempre lo bebemos en recipientes de cerámica o porcelana), caliente y reconfortante, nos permitió darle la bienvenida a un nuevo día en Montréal.

Montréal es la cuarta ciudad francófona más poblada del mundo. En Montréal, a diferencia de ciudades como Ottawa o Toronto, no todo está bajo control, algunas cosas no suceden como debieran y entonces el bus hace una parada no programada, la estación indicada no corresponde o el frío supera lo imaginable. Ese toque de imprevisión, de lo inesperado que salta a la vista como un animal asustado y se escurre rápidamente entre los hechos, esa ruptura que da un toque de bella imperfección a Montréal, nos hizo pensar que tal vez el habla, más dúctil, más sinuosa y flexible que tenemos los latinos, se proyecta en la cotidianidad y la hace imprecisa y sorprendente. Lo que vendría a explicar porque nos sentimos tan cerca de Montréal, viniendo de mundo tan diferentes.

Estuvimos poco tiempo en la ciudad y buena parte de ese tiempo circulamos por el Montréal subterráneo: cerca de 30 kilómetros y una extensión de más de cuatro millones de metros cuadrados de corredores peatonales que permiten moverse debajo de la ciudad para protegerse de las gélidas temperaturas invernales, y crean un mundo interior con más de doscientos puntos de entrada desde la superficie. 

Para quienes siempre hemos vivido de cara al sol, bajo tierra corre la imaginación de un submundo seductor y peligroso. Sin embargo, la Montréal subterránea nada tiene de socavones o rincones oscuros que pudieran alimentar nuestra fantasía, por el contrario, es un espacio colorido, iluminado y cálido con centros comerciales, oficinas, restaurantes e incluso una hermosa fuente que levanta sus brazos de agua para acariciar las entrañas de la ciudad.  Imposible no visitar Montréal, el mayor centro urbano de Canadá y principal centro comercial e industrial del país, ciudad llena de gente amable, culta y diversa, sorpresas agazapadas y calles subterráneas.
Rebeca y Laura.


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